En el año 2006 fuimos invitados a participar en el concurso restringido convocado por la Asociación Administrativa de Cooperación de la Unidad de Actuación Número 1 del Sector Parque Central, con el objetivo de desarrollar el proyecto de la llamada unidad del proyecto 1, con una superficie de 7.982,20 m² de suelo y una edificabilidad sobre rasante de 37.313,40 m² de techo.
El planeamiento del sector venía definido por el Plan Especial de Reforma Interior del Sector Parque Central, aprobado el año 2001, redactado sobre la base de una versión pervertida de la propuesta formulada por Manuel de Solà-Morales para reordenar este sector del distrito 22@. Esta propuesta ponía en valor las tensiones existentes entre las antiguas trazas parcelarias del Poblenou y las impuestas por el Plan Cerdà, con una superposición de la expresión producida por los conflictos entre hueco y macizo, y entre nueva arquitectura y edificación existente. Se generaban interpenetraciones interesantes entre el espacio vacío —que cruzaba el conjunto edificado del sector— y el construido —que invadía el espacio libre que después configuraría el Parque Central—, con los límites desdibujados, y articulando una estructura urbana legible y un entramado urbano ambiguo y permeable hecho a partir del encadenamiento de espacios en continuidad. El plan especial no reconocería estos valores y prefiguraría una ordenación zonificada en cuatro manzanas edificables y el triángulo con fachada a la avenida Diagonal, donde Jean Nouvel desarrollaría el proyecto de su Parque Central, un mal proyecto urbano para la ciudad.
Lo que el planeamiento sí conservó de la propuesta inicial, al menos en parte, fue la definición de macroparcelas como unidades de transformación, de iniciativa y de proyecto, unas macroparcelas que se podían subdividir en función de la propiedad del suelo para materializar edificios con varios tipos de intensidad y de configuraciones tipológicas, y con más o menos voluntad de obtener una cierta homogeneidad de imagen. El ámbito de nuestro proyecto estaba dividido en nueve fincas resultantes de nueve promotores distintos. El proyecto redactado partía de la voluntad de encajar los conflictos derivados de la estructura de la propiedad y de las particularidades promocionales de cada pieza, con el tratamiento unitario y la coherencia de la macroparcela que prefiguraba el planeamiento. Sobre la base de esta idea, nuestro proyecto fue el ganador del concurso.
El edificio se configuraba como una manzana compacta con patios centrales que producían un espacio interior de manzana, de titularidad privada y con vocación de uso público en horas de funcionamiento del complejo, tratado en continuidad con los espacios verdes exteriores, lo que facilitaba recorridos transversales y la conexión con el Parque Central.
La percepción del edificio era suficientemente unitaria —el mismo lenguaje en términos geométricos para todo el conjunto—, y variada, teniendo en cuenta que la alternancia de formato y posiciones de las ventanas garantizaban la lectura compleja y viva del conjunto. El uso de distintos materiales para el macizo de fachada tenía que facilitar la individualización e identificación de cada uno de los edificios sin que la coherencia del resultado se viera afectada. El tratamiento del zócalo aparente —que oscilaba entre el nivel planta primera y segunda—, el uso estratégico de las posiciones dominantes de las aberturas a cada edificio y una cierta extensión y prevalencia de los materiales de acabado debían facilitar la doble lectura individual y de conjunto.
El tratamiento de las superficies visibles de cubierta, que por la configuración y la altura del volumen se convertían en una verdadera quinta fachada, se basaba en el mismo recurso geométrico que se aplicaba al verde exterior y al patio de manzana: una cubierta plana, en parte transitable, pavimentada en horizontal, accesible desde los edificios, sin cajas de escalera aparentes, donde se formaban piezas ajardinadas con un formato parecido al de los grandes alcorques que se preveía a nivel de suelo.
Antes de que el proyecto fuera aprobado, el Ayuntamiento de Barcelona hizo suya la reivindicación de algunos sectores sociales de conservar íntegramente el conjunto industrial de Can Ricart, más allá de la conservación inicialmente prevista de la traza urbana y de algunos de sus elementos más significativos, lo que hizo precisa la redacción de un nuevo planeamiento. Como suele pasar en estos casos, peor.